Puedo verte, en cada silencio propio, en las reacciones inhibidas, en mis más sinceras sonrisas; pero sobretodo, en el inesperado latir por el desconocido.
Pude ver que la tristeza era mi amiga ignorada. Ella me enseñó a apreciar cada amanecer opaco y el silencio de la soledad física, que busca alejarnos sin saber que, me conoces más que lo que creo conocerme.